martes, 15 de noviembre de 2011
Generación Peter Pan
El síndrome de Peter Pan lo conocemos todos, se le puede llamar inmadurez voluntaria, negación a crecer y también se puede justificar con que el mundo actual es muy duro y es preferible evadirse de responsabilidades mayores. A veces no nos damos cuenta de que la responsabilidad nos ofrece una recompensa invaluable: la libertad. La paradoja ha entrado en la mente de toda nuestra generación: ¿Ser esclavo de las responsabilidades que conlleva ser libre o simplemente ser libre dentro de la esclavitud de tener que seguir viviendo bajo el ala de otras personas que bien podrían ser nuestros padres, parientes o amigos? Es aquí en donde truncamos la determinación de darnos cuenta de que a veces madurar significa afrontar una serie de problemas y abandonar ciertas cosas para comenzar la lucha por uno mismo, la lucha por la pareja, el amor, el futuro y la vida que nos toca vivir.
¿Qué factores externos nos llevan a esto?
La lógica de producción bajo la cual se rigen las empresas tiene como objetivo abarcar una mayor cuota de mercado, reducir el ciclo de vida de los productos y servicios e imponer valores hedonistas para influir en el segmento. Esto es muy rentable y viable, pero nos estamos olvidando de que los verdaderos valores, los esenciales, son eternos por así decirlo y para ser más exactos: son trascendentales. Pero lógicamente, lo trascendental, lo duradero no le conviene al consumismo, es más, es el peor enemigo del consumismo, por esta razón la publicidad moderna ataca a los valores o se desvía de ellos a través de estímulos hacia la distracción, tentación a la transgresión de normas y reglas.
No existe mejor remedio que darnos cuenta de que cuando consumimos algo, debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Necesitamos consumir cierto tipo de productos y servicios que nos den un goce momentáneo y nos dejen con un vacío que sólamente podemos llenar volviendo a consumir, mareándonos en la vorágine de un círculo vicioso que no tiene como fin la satisfacción sino la creación de una falsa dependencia?
Las cosas que necesitamos en esta vida, no son necesariamente sujetas a consumo. Los valores son gratuitos, nos hacen felices sin condición.
No está mal darse un gusto de vez en cuando pero siempre es bueno mantener la consciencia de que esos gustos no son necesarios.
De acuerdo al diario "LA RAZON", el 77% de los jóvenes menores de 30 años continúan viviendo con sus padres o bajo el ala de otra persona que les ayuda a mantener este estilo de vida banal. Las consecuencias de ésto son: menos jóvenes viven en pareja, más jóvenes se divorcian porque no se toman en serio a la unión de pareja, menos jóvenes trabajan para servir a la sociedad a la cual le han perdido la fe y trabajan para poder costear sus "necesidades innecesarias" de consumo.
¿Qué papel juegan los padres?
Un hijo al cual no se le exige, es un hijo que se conforma con poco pero necesita de mucho. Los padres han descuidado la verdadera educación y formación bajo la cual sus hijos deberían estructurarse para poder afrontar al mundo. En cambio, los han engreído al punto de que sus hijos creen que todo se lo merecen y lo peor de esto es que un hijo que piensa así, automáticamente tendrá muy poca visión del altruismo, empatía, solidaridad y compañerismo, valores imprescindibles para mentener un hogar en estado de felicidad y armonía.
¿Qué podemos hacer?
Para muchos ya es tarde hacer algo, pero siempre se puede cambiar la forma de pensar en pro de actuar mejor. Cambiemos el enfoque de la vida consumista por un enfoque de la vida en búsqueda de la felicidad, y para ser feliz en un entorno hay que apoyarlo, velar por su desarrollo y crecimiento, convertirnos en individuos con mucho que dar en vez de demandar, convertirnos en parejas que basen sus cimientos en el amor, convertirnos en familiares humildes que comprenden y apoyan, convertirnos en profesionales, técnicos y empíricos que trabajan por una sociedad mejor.
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